LA MARCHA “Ni una menos”, que buscaba visibilizar la violencia en contra de las mujeres, generó una masiva convocatoria en el país, así como en otras ciudades de América Latina. El origen de esta movilización tuvo su origen en Argentina, luego de que quedara al descubierto un brutal crimen en contra de una adolescente. Por estos mismos días en Chile también se habían registrado dos nuevos femicidios, sumando un total de 39 casos a la fecha.

La violencia en contra de las mujeres es un hecho desgraciadamente extendido a nivel internacional, y a pesar de los evidentes avances que la legislación y los acuerdos internacionales han logrado para tomar conciencia sobre el fenómeno, los indicadores aún muestran que el flagelo sigue presente. El informe The World’s Women de la ONU, por ejemplo, revela que un tercio de las mujeres declara haber sufrido violencia; en tanto, estudios para el caso de Chile sitúan al país entre los de mayor nivel de violencia física contra la mujer en la región, y de acuerdo con datos de la Corporación Humanas, el 80% de las mujeres consultadas estima que la violencia ha aumentado, y apenas el 2% opina que ha disminuido.

 Los esfuerzos que ha hecho el país por reducir las discriminaciones hacia la mujer han ido gradualmente dando frutos en estos últimos años, pero es evidente que aún existen fuertes diferencias en materia salarial, de oportunidades laborales y de espacio en la política que no cabe ignorar; sin embargo, no parece haber habido igual avance en la disminución de los niveles de violencia física, algo que debe ser motivo de especial atención de las políticas públicas. Ahí no sólo cabe abordar ciertas concepciones culturales, sino que la legislación también debería ser examinada a la luz de esta evidencia, porque probablemente las penas para este tipo de delitos no logran ser suficiente disuasivo.

Fuente: La Tercera