Frente a la desaparición y asesinato de la ejecutiva de marketing inglesa, Sarah Everard, ocurridos en las primeras semanas del mes, la policía de Londres hizo un llamado preliminar a que las mujeres de la zona no salieran solas. Esa advertencia, como muchas otras que hemos recibido a lo largo de nuestras vidas y desde la temprana infancia, despertó la furia en redes sociales. Cómo era posible que frente a una desaparición y asesinato, presuntamente en manos de un policía, la única alternativa parecía ser, una vez más, la de modificar nuestro comportamiento, nuestros hábitos diarios y nuestras conductas en pos de una disminución del riesgo. Cómo era posible que una vez más, en vez de cuestionar las acciones del agresor e imputarlo por lo ocurrido, la responsabilidad parecía recaer en las mujeres.
“Sarah Everard hizo todo bien; llamó a su pololo, caminó por calles iluminadas y usó zapatos cómodos. Siguió todas las reglas y aun así eso no la salvó. A las mujeres no las atacan porque están caminando solas, sufren de agresiones por sus agresores. Necesitamos que los hombres nos empiecen a escuchar y creer, sin querer demostrar que son la excepción. Necesitamos que hablen con otros hombres para que desarrollemos una cultura en la que condenamos explícitamente todo tipo de sexismo, misoginia y abuso” publicó la organización virtual The Female Activists a pocos días de que se supiera la noticia. A lo que un vecino del barrio donde desapareció Sarah respondió preguntando en su Twitter qué podían hacer él y otros hombres para que las mujeres se sintieran seguras en la calle. “Vivo a cinco minutos de donde desapareció Sarah Everard. Todos estamos en estado de alerta. Además de darles la mayor cantidad de espacio posible cuando caminamos en calles oscuras, ¿hay algo más que podamos hacer para reducir el factor ansiedad/miedo?”, planteó.